“Sumer es la cuna de la actual civilización”
Jesús García Recio impartirá en el MSM un seminario sobre la cultura sumeria
Fuente: La Crónica de León
C.D.R. / León
El martes y miércoles de la semana entrante el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, sito en Sabero, propone un seminario de Historia Antigua titulado ‘La Historia empieza en Sumer’; pero a diferencia de otros talleres, cursillos y similares es que quien lo imparte es una de las grandes autoridades mundiales en el tema. Se trata de Jesús García Recio, director del Museo Bíblico y Oriental de León y asiriólogo de máxima consideración en la comunidad científica internacional si del tema de Mesopotamia se trata.
El enunciado del seminario hace referencia a un título que “un sumerólogo de gran prestigio, llamado Kramer, dio a una publicación que tuvo gran éxito en los años cuarenta en Europa y Estados Unidos”, afirma este sabio leonés. Y en cuanto al contenido de sus clases, explica que “lo que vamos a hacer es buscar qué aspectos de la cultura y civilización moderna, universal, global, tienen su nacimiento allí, en Mesopotamia”. Por tanto, uno de los primeros asuntos a tratar es el de la escritura, puesto que “los primeros documentos escritos que tiene la Humanidad aparecen en la Baja Mesopotamia, los Textos de Uruk, hacia el año 3.500 antes de Cristo”.
Evidentemente, este es un “hecho cultural notabilísimo del que nosotros seguimos viviendo”. Y el mismo recorrido que se ha hecho para la escritura ha de hacerse también “para otros saberes que tienen allí su cuna, así que repasaremos factores como las instituciones sociales que han llegado hasta nosotros y que comenzaron con algo tan sencillo como la organización de la vida de una ciudad y que luego llamaremos estado”. Esto es algo que hoy se ve “natural, pues nos organizamos en torno a ciudades, nos valemos de instituciones como el estado, que nacen allí; e igualmente vamos al médico, otra actividad que tiene su origen en los primeros textos médicos de que se tiene noticia y que tienen la misma procedencia”. De igual modo “la Biología, las Matemáticas…, y muchos otros saberes de los que vamos a tratar en este seminario”.
La cultura sumeria aportó múltiples conocimientos y descubrimientos, prosigue García Recio, “de hecho, lo que se denomina Revolución del Neolítico tiene un gran protagonismo en Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates; los datos arqueológicos nos muestran a unas comunidades que hicieron un gran esfuerzo de transformación al domesticar los cereales y los animales”. Y además, dieron “otros importantes saltos para la Humanidad, como puedan ser la alfarería o la rueda, que también se producen en estas regiones”. Sin embargo, “aunque vivan en los mismos lugares, todavía no se puede decir que sea el pueblo sumerio”. Además, “tampoco sabemos demasiado de aquellos pueblos neolíticos, pero sí que podemos afirmar (pues hay muchos datos y documentos) que el comienzo de la civilización se produce a comienzos del cuarto milenio antes de Cristo con los sumerios”, pero antes “en aquel lugar que llamamos el Oriente Bíblico (Egipto, Palestina, Anatolia, Mesopotamia) ya existían unas comunidades que dan lugar a importantes revoluciones culturales; allí tiene la humanidad moderna su cuna, su lugar de origen, su seno materno…, algo que de algún modo une a todas las culturas”.
Pero no sólo adelantos materiales se deben a Sumer, a esa franja de tierra entre el Tigris y el Eúfrates y sus riberas (hoy Iraq e Irán), sino que también aquellos hombres dieron grandes pasos en el terreno del pensamiento, afirma el profesor e investigador leonés, “estos son los asuntos mayores, más importantes incluso que la rueda o la organización en ciudades”, y es que a ellos “les debemos lo más importante de lo que tenemos, que es el esfuerzo de conciencia que hace que el hombre salga de sí mismo y se plantee preguntas y atienda a cuestiones que van mucho más allá de lo inmediatamente necesario para vivir, es decir, las cuestiones trascendentes al hombre”.
Esto significa que el hombre “sale de su yo y se pregunta por lo que a él le sobrepasa, por lo que no entiende, es decir, da el enorme paso a la trascendencia”, y los primeros pasos, “las primeras reflexiones en esa dirección los tenemos en Mesopotamia, los tenemos en sus textos”. Es cuando el hombre “presiente que tiene una llamada interna que le convoca a encontrarse con el Absoluto (que los creyentes llamamos Dios), y también a saber más”. Es como “un salto de trampolín gigantesco que se produce de modo aclaratorio, y así surgen las preguntas ¿quién será Él?, ¿cómo podemos hablar de Él y como podemos representarlo?…, la personalización de Dios; esto ya lo encontramos en los primeros textos mesopotámicos en los que se pretende el trato interpersonal con Dios, que es el asunto más grandioso”. Pero, unido a ello, “y esto es una reflexión que a todos nos sobrepasa, está también otro asunto relacionado, y es la cuestión de si estamos solos o hay alguien que nos acompaña en este universo”; aunque luego “la pregunta rebota y nos lleva a la cuestión de ¿y nosotros?, ¿quiénes somos?”, pero no sólo en cuestiones físicas, sino en “los grandes pensamientos y sentimientos, la búsqueda de la verdad, los grandes absolutos…, los sumerios ya estaban en estos temas, y llegan a la conclusión de que el hombre es un misterio, igual que el Dios que se escapa a toda razón”. El hombre y Dios “entran también en los grandes planteamientos sumerios, que son los primeros que comienzan a tratarlas, y los caminos trazados por ellos son los que nosotros seguimos todavía hoy a través de las culturas de Grecia y Roma, sus herederas”.
Tal vez sea, sin embargo, la invención de la escritura el hecho determinante que da lugar al resto. Este leonés de Aleje, tan sabio como humilde, explica que “actúan en nosotros el resorte de la razón, que te impele a plasmar en algo duradero lo que dices, es decir, la inteligencia te permite idear la escritura; pero hay un segundo resorte, que es la necesidad de intercambio de información, de trasladar asuntos u objetos a distancia, y esto obliga a idear un artilugio que facilite la información”. Así, primero “plasman signos en la arcilla blanda, signos identificables fácilmente, es decir, una vaca, una oveja, una espiga de trigo…, significan lo que muestran; y así se va llegando al sistema pictográfico”.
Muy interesante es la socialización de estos avances físicos y filosóficos. García Recio señala que “la socialización se logra facilitando el aprendizaje; por ejemplo la escritura comienza a universalizarse desde el momento en que aparecen los escribas y las escuelas (hacia el año 2.500 antes de Cristo), que en principio enseñan el significado de los signos, algo dificilísimo; pero cuando la escritura se simplifica y se sustituyen los pictogramas por sílabas (luego fonemas y alfabeto) el esfuerzo es menor, y dará lugar a la extensión del saber”. La escritura cuneiforme y jeroglífica “están en aquellas escuelas, pero cuando bajan a la calle, han de estar al alcance de todos, han de resultar fáciles de aprender, hasta que se hacen comunes y accesibles para todos”. Estos son los caminos que “todos los saberes siguen para llegar a todos los hombres, primero solo al alcance de los expertos y finalmente para toda la sociedad”.
“Los sumerios trataban de adecuar la vida a lo posible”
Se suma a la teoría del asiriólogo francés Jean Bottero sobre su carácter práctico
También hablará en este seminario el profesor del Pontificio Instituto Bíblico de Roma sobre cómo eran aquellas gentes. “En este sentido me uno al gran asiriólogo francés Jean Bottero (muerto hace unos años), que afirmaba que los sumerios eran ante todo prácticos, querían saber de su mundo, por lo que repensaban la realidad y trataban de categorizar plantas y animales”. Eran personas “muy interesadas por la realidad, curiosas y con ganas de saber, ordenar, razonar…, pero además de saber querían que ello fuera útil, así que todo el conocimiento lo llevan inmediatamente a la práctica”. Además, siempre trataban de “adecuar la vida a lo posible; como la experiencia te dice que tarde o temprano morirás, lo mejor es sacar utilidad al tiempo, utilizarlo bien y no amargarse durante ese tiempo…, una buena medicina para las sociedades de hoy”. Esto les llevó a “no hacer huelgas o revoluciones a pesar de que el orden económico era muy complicado debido a que su economía se atascaba cada medio siglo debido a las deudas; así, pensaron que lo mejor era, cada 50 ó 60 años, anular las deudas, volver todo a cero y comenzar otra vez; por eso nunca hubo revoluciones”. Y por último, los sumerios “entendían al hombre como un ser unitario; hoy día se entiende el hombre como algo partido, por un lado el hombre público que pertenece a esta tierra, y por otro los que afirman que en el hombre hay algo más, algo espiritual; esas dos posibilidades del hombre, hoy, no pueden conjugarse, uno es público por la calle y, en su casa, puede ser religioso”. Es, afirma Recio, “la distorsión del hombre, que da lugar a angustias y problemas psíquicos, tan abundantes hoy”. Sin embargo, los sumerios no, sino que “se entendían unitariamente: somos de aquí, finitos, pero convivimos con la infinitud sin que nos merme o dificulte; y esta armonía de la complejidad del ser humano la llevaban en el día a día”.
Finalmente, este gigante del saber afirma rotundo que “sin los sumerios el mundo sería totalmente diferente; tal vez hubiera triunfado la cultura china, o la india, o la azteca, y se hubiera universalizado”. Pero no se sabe por qué “la Humanidad aparece en el valle del Riff y se desarrolla prodigiosamente en los valles del Nilo, Tigris y Éufrates”, y todo lo que de allí surgió “se demostró tan sensato, tan valioso que la misma fuerza motriz de la civilización hizo que triunfaran aquellos modos y se universalizaran”. Evidentemente, “sin los sumerios todo hoy sería diferente en prácticamente todo el mundo”